Si decimos ‘manzana’, automáticamente se nos viene a la cabeza la compañía telefónica ‘Apple’, ¿verdad?; ¿Y qué pasa si decimos lagarto? No podremos evitar pensar en la famosa marca de alta costura ‘Lacoste’. Todo esto es posible gracias al isotipo que las marcas nos hacen llegar a los consumidores de manera continua ya sea a través de anuncios televisivos o cualquier otro canal publicitario. Tanto es así, que se nos queda retenido en la memoria hasta el punto de relacionarlo en cualquier situación de nuestra vida cotidiana.
¿Qué es el isotipo?
La palabra ‘isotipo’ proviene de las iniciales de la expresión inglesa “International System of Typographic Picture Education”. Isotipo se refiere a aquellos logos realizados con las empresas, pensados de tal forma que los consumidores interioricen esa imagen y, en cuanto lo vean sean, capaces de identificar a la marca de manera inmediata. Están compuestos únicamente por iconos, prescinden de cualquier elemento textual y su propósito es lograr la comunicación visual solamente a través de elementos.
Para que los isotipos logren alcanzar el éxito, por lo general, al principio suelen aparecer a acompañados del nombre de la marca para que así los consumidores lo asocien de una manera más fácil. No obstante, una vez ha hecho su función, las letras quedan eliminadas y únicamente se conserva el icono que representa a la marca.
Un ejemplo lo podemos encontrar en la empresa textil Nike, la cual empleaba su icono con el nombre en sus inicios pero que poco a poco ha ido eliminando los elementos textuales para quedarse con el tic, símbolo de la diosa griega Niké.
Un buen proceso de isotipo es primordial para el buen desarrollo de la marca, pues si bien el proceso de colocación de la imagen de marca con una base en un isotipo es más largo, el resultado es finalmente mucho más efectivo y poderoso.