La publicidad existe desde los orígenes de la civilización y el comercio. Desde que existen productos que comercializar ha habido la necesidad de comunicar la existencia de los mismos, la forma más común de publicidad era la expresión oral.
El hombre antiguo anunciaba o publicitaba su mercancía o hacía saber lo que buscaba valiéndose del pregonero. Por otra parte, el anuncio directo era práctica extendida en Grecia y en Roma, se desplegaba a la puerta de cuyas tiendas como reclamo alusivo a la mercancía que se vendía; también existían anuncios ambulantes.
A menudo los profesionales se anunciaban a gritos por las calles cosas como el sacamuelas, el barbero, el zapatero, el astrólogo, portando cada cual los utensilios propios de su menester u oficio.
La Edad Media está llena de estas prácticas, incluso las mujeres de vida airada tenían su forma de darse a conocer, bien por el vestido, hecho que dio lugar a la frase “irse de picos pardos” o bien por el lugar que ocupaban en la calle, de donde procede el término esquinera, o porque daban a conocer la naturaleza de su negocio colocando una rama en la puerta de la casa, de ahí proviene la palabra ramera.
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La publicidad no es cosa de hoy, parece que el primer reclamo publicitario de esta naturaleza data del año 1000 a.C. Está escrito sobre papiro y procede de Egipto; todavía puede leerse en el Museo Británico, donde se guarda. Este anuncio estuvo expuesto en la plaza de la ciudad de Tebas
La invención de la imprenta a mediados del siglo XV cambió las cosas. Nació la prensa escrita, con ella nacio la difusión de noticias, de ideales en formato de panfletos, doctrinas, cuentos cortos, se difundieron obras literarias, etc.
A partir del siglo XVI, dejó de ser válida la frase de que “el buen paño en el arca se vende”. Ya no era suficiente existir y ser un producto de calidad: se precisaba darlo a conocer, realzar sus virtudes, ya que la letra escrita lo prestigiaba.
En el siglo XVII, esta práctica estaba tan bien establecida que incluso hubo coleccionistas de anuncios de periódico. Prensa y publicidad estaban muy relacionadas, y dependían la una de la otra para su existencia. A menudo, como sucede hoy, no se sabía si se trataba de un anuncio o de una noticia.
También existían, sobre todo en España durante el siglo XVII, todo tipo de hojas volantes, relatos y avisos, que informaban acerca de todo tipo de oportunidades, festejos y posibilidades, todo ello mezclado con noticias, incluso algunas del las del corazón, por ejemplo:
“Don Fernando Ruiz Contreras se casa con la condesa de Lapilla. Es navarra, moza de veinticinco años, mujer rica y hermosa y sobre todo paridera, que es lo que quiere don Fernando para tener sucesión.”
Junto a estas cosas aparecía también petición de amas de cría, o se anunciaba los mozos de cuerda, azacanes, cómicos, sangradores y alimañeros, que es antecedente del actual exterminador de cucarachas y ratones en las casas.
Los anuncios por palabras fueron una de las secciones fijas más antiguas, los anuncios breves aparecieron en Londres en 1611, ese año se abría una Oficina de mensajes y encuentros, y poco después, en 1632, un grupo de comerciantes fundó el Daily Advertiser, dedicado exclusivamente a insertar anuncios, y se editaba el Public Adviser con dieciséis páginas de anuncios.
La publicidad satisfacía la curiosidad. De hecho, al gran público le interesaba la publicidad más que la noticia, o por decirlo de otra manera: la publicidad era noticia, como pudo comprobarse en 1711 con The Spectator y el Morning Chronicle and London Advertiser en 1769.
A mediados del XVIII el escritor inglés Samuel Johnson decía que los anuncios de la prensa eran tan numerosos que si se quería que surtieran efecto era preciso exagerar la nota y hacer promesas atrayentes.
Lo mismo pasó en Francia con Les affiches de Paris, des Provinces et des Pays étrangers, en 1716, dedicado por completo a anuncios y carteles publicitarios. A finales del XIX el escritor satírico francés Max O’Rell contaba que lo más sorprendente que había visto en su vida eran los hombres sándwich. Es decir, el hombre anuncio que se pasea por plazas y calles concurridas portando entre pecho y espalda cartelones publicitarios.
Algunas de las preguntas más frecuentes
- ¿Cómo era la publicidad antigua?
El hombre antiguo anunciaba o publicitaba su mercancía o hacía saber lo que buscaba valiéndose del pregonero. Por otra parte, el anuncio directo era práctica extendida en Grecia y en Roma, se desplegaba a la puerta de cuyas tiendas como reclamo alusivo a la mercancía que se vendía; también existían anuncios ambulantes.
- ¿Qué diferencia hay entre la publicidad de antes y ahora?
Producto por delante de todo. Mientras que ahora se da más importancia al consumidor, a sus emociones y a sus deseos, antes se ensalzaba la imagen del producto por delante de todo. Antes era la persona la que estaba al servicio del producto, mientras que ahora es el producto el que está a nuestro servicio.
- ¿Cómo ha evolucionado la publicidad a lo largo del tiempo?
La publicidad ha ido cambiando de mensajes, soportes e incluso el propio concepto ha evolucionado, pero al final el objetivo es el mismo: persuadir a otra persona de algo. Hoy en día, conseguir vender una idea, un producto o un concepto es lo que hace la publicidad.
- ¿Qué es la publicidad y su historia?
La publicidad moderna comenzó a evolucionar en Estados Unidos y Gran Bretaña a finales del siglo XVIII durante la revolución industrial. Aparecieron los agentes de publicidad; el primero conocido fue Volney B. Palmer, quien en 1841 inauguró en Filadelfia una oficina con la cual obtuvo considerable éxito.