Las empresas públicas son aquellas donde la participación del gobierno del país en la compañía es total o mayoritaria. Dicho de otro modo, en la práctica el Estado tiene el control sobre la administración de estas organizaciones. Se crean fundamentalmente con la motivación de ofrecer productos y servicios de primera necesidad a la población. En el caso de darse la propiedad parcial de la entidad por parte del Estado, el criterio a seguir para determinar si una empresa se considera o no pública es el control efectivo que el Estado tenga sobre el proceso de toma de decisiones en la empresa, y no tanto el porcentaje de acciones.
Habitualmente suelen ser empresas que trabajan a pérdidas, como puede ser el caso de los centros educativos públicos o los centros sanitarios y hospitales. Aunque esto no siempre ocurre, ya que otras muchas empresas públicas si consiguen beneficios económicos.
El elemento crucial en la empresa pública es la capacidad del Estado para ejercer presión política directa en la compañía. El accionista mayoritario es el Estado, con unos objetivos que pueden ser muy diversos y, en muchos casos, cambiantes con el proceso político.
La gran mayoría de los estados del mundo controlan empresas con diferentes fines, que pueden ser proveer servicios públicos, incentivar la producción del país o generar empleo, entre muchos otros. En España, a comienzos del siglo XX, aparecieron las primeras empresas públicas prestadoras de servicios en red en sectores como la telefonía (Telefónica), el transporte ferroviario (Renfe), el sector bancario, el sector energético, alcantarillado y saneamiento.
Índice de contenidos
Origen de las empresas públicas
Las empresas públicas tienen su origen en el siglo XVIII y XIX, dependiendo de la nación, cuando los Estados competían entre sí por la explotación económica de sus colonias y por la acumulación de recursos que les conduciría hacia la industrialización plena.
Sin embargo, tuvo su auge a mediados del siglo XX, tras la Segunda Guerra Mundial, cuando muchas naciones del mundo optaron por nacionalizar algunas de las empresas privadas cuyas actividades eran consideradas cruciales para la estabilidad política y económica del país. En las siguientes décadas, todos los países contaban con empresas públicas clave.
La expansión de la empresa pública en Europa estuvo asociada al llamado Estado de Bienestar que procuró mejorar la calidad de vida de sus ciudadanos a través de una mayor presencia del Estado en la economía, sin llegar a los extremos del comunismo.
Pero esto cambió radicalmente a partir de 1970, cuando se desató la primera ola de privatizaciones en Europa y los EEUU, fruto del cuestionamiento prolongado de la administración económica del Estado. Los años siguientes profundizaron la caída de la empresa pública, proponiendo como alternativa la confianza en las leyes del mercado y sus dinámicas de autorregulación.
Objetivos de las empresas públicas
La empresa pública precisa conocer claramente cuáles son los objetivos sociales que se esperan lograr mediante su actuación, qué contraprestaciones va a recibir por atender a esa finalidad y qué indicadores van a ser utilizados por la sociedad para medir los logros que se deben realizar.
Los cuatro objetivos básicos que deben alcanzar las acciones de la empresa pública son: efectos sobre la distribución de la renta, efectos macroeconómicos, eficiencia económica y rentabilidad.
Efectos sobre la distribución de la renta
La empresa pública suele actuar sobre la renta de los consumidores garantizando un nivel más elevado de prestación del servicio o bien aplicando un sistema de precios políticos que posibilita una efectiva distribución real de renta.
Este modo de actuación es el que tradicionalmente viene a aplicarse al transporte público. Normalmente suele favorecerse la facilidad de acceso al servicio a la población en vez de la rentabilidad de la empresa. El riesgo más grave en que se incurre radica en que si no se especifica muy claramente la cuantía de la subvención y quién y cómo se va a satisfacer, el déficit puede volverse absolutamente insostenible, lo que afectará también a la eficiencia tecnológica y de gestión.
Efectos macroeconómicos
Al formular las políticas macroeconómicas, la atención se centra en cuatro variables principales: nivel de desempleo, tasa de inflación, superávit o déficit de la balanza de pagos y tasa de crecimiento del producto nacional. Algunos aspectos de las actividades de las empresas públicas y, en particular sus políticas de inversión, precios y salarios, se desarrollan para afectar a estos valores de forma positiva. La inversión en las empresas públicas puede influir en la actividad económica a corto plazo. A largo plazo ayuda a determinar la tasa de crecimiento del producto potencial. Estos gastos en inversión más los beneficios o pérdidas comerciales también afectan a las necesidades financieras del Gobierno y, por tanto, a sus necesidades de endeudamiento y tributación.
Eficiencia económica
Como toda compañía, la gestión de una empresa pública busca la eficacia económica al desarrollar su labor. La administración pública pretende conseguir obtener beneficios en la actividad comercial, aunque esto no siempre es posible. Esto se debe a que el objetivo de eficiencia económica rivaliza con el de distribución de la renta, ya que en ocasiones la política de precios tiende a rebajar esto para ayudar a la población a acceder a los productos y servicios de una forma más sencilla y económica.
Para conseguir estos beneficios, el Estado gestiona y dirige estas empresas como cualquier otra empresa privada. Para ello, sigue los mismos procesos en áreas como la producción, la administración o el marketing. Incluso, en ocasiones, realizan la contratación de servicios externos que les ayude a desarrollar su actividad. En el caso de desarrollar y ejecutar estrategias de marketing digital, pueden contar con agencias como Comunicare, especialistas en posicionamiento orgánico SEO, redes sociales o campañas SEM, esenciales para la consecución de sus objetivos comerciales.
Rentabilidad
Este concepto abarca los conceptos de los intereses, la amortización y los beneficios, permitiendo al Estado conocer qué necesidades financieras presenta cada una de las empresas públicas.
La búsqueda de la rentabilidad por parte de la empresa pública se contempla como un medio de estimular la eficiencia tecnológica y de gestión. De esta forma sabemos que si una empresa busca maximizar su beneficio, ello le exige que minimice sus costes. Sin embargo, el objetivo de la maximización del beneficio se ha rechazado para las empresas públicas, puesto que, en general, gozan de un monopolio en los mercados en los que actúan.
Desde un punto de vista financiero y económico, los fondos que financian la inversión de la empresa púbica provienen de dos fuentes: de sus propias reservas y de las aportaciones que realiza la Hacienda Pública. Esta, por su parte, obtiene los fondos principalmente de los beneficios comerciales de las empresas públicas y de los impuestos, entre otros. Por ello, conocida la inversión que tiene que realizar la empresa pública, cuanto menor sea su beneficio, mayor tiene que ser la tributación y la financiación externa.
Características de las empresas públicas
Ya hemos visto qué son las empresas públicas y cuáles son sus principales objetivos. Ahora, vamos a ver cuáles son las características más importantes que tienen todas las empresas públicas.
- En una empresa pública, la totalidad o, al menos, el 50% o más de las acciones pertenecen al gobierno, ya se al gobierno central o a cualquiera de sus niveles como ayuntamientos, autonomías, diputaciones, etc.
- Se financian a través de una combinación de fondos propios (rentabilidad) y ayudas o beneficios gubernamentales otorgados por el Estado. Esto en muchas ocasiones les permite operar sin preocuparse demasiado por acumular capitales.
- Generalmente se dedican a actividades consideradas fundamentales o elementales, como los servicios básicos (electricidad, agua potable, saneamiento, gas natural, telefonía, etc.), o a la explotación de recursos clave en la economía nacional (como el petróleo). En ocasiones la empresa pública puede contar con el monopolio del sector, gracias al amparo del Estado. Otro sector al que suele ingresar el Estado es el de las comunicaciones. El Gobierno suele contar con una cadena de televisión o de radio con el objetivo de dar a conocer a la población las actividades que realiza e información de interés público.
- Una empresa privada puede convertirse en pública si el Estado decide nacionalizarla. Aunque también puede ocurrir lo contrario, que se quiera privatizar una empresa pública a través de un proceso de privatización.
Motivos para crear empresas públicas
Los principales motivos que tiene el gobierno de un país para fundar una empresa pública son muy variados, y se pueden resumir en los siguientes:
- Intervenir en un sector que el gobierno considera estratégico. Esto sucede, por ejemplo, en el caso de explotaciones petrolíferas o de recursos energéticos.
- Sustituir o impulsar la inversión privada cuando esta no ha surgido por el elevado riesgo o coste que implica. Esto se observa, por ejemplo, en zonas o lugares alejados a las ciudades o con poca población donde la demanda de un producto o servicio es muy baja o no está del todo asegurada.
- Llevar a cabo actividades productivas que no sean rentables, pero cuyo impacto sea positivo a nivel social y colectivo. Puede tratarse, por ejemplo, de una empresa pública que administre programas medioambientales.
- Dominar un llamado monopolio natural, por sus altos costes fijos, como es el caso del agua y saneamiento. El objetivo, en teoría, es evitar que una empresa privada se apropie de este mercado imponiendo altos precios.
- Buscar mayor igualdad de oportunidades. Por esa razón, usualmente el Estado ofrece educación en todos los niveles. Así, promueve el acceso de las personas de los estratos socioeconómicos más bajos que no tiene recursos suficientes para acceder a la educación privada.
Tipos de empresas públicas
Igual que las empresas privadas, las empresas públicas se pueden categorizar dependiendo del organismo estatal que sea propietario o se encargue de la gestión. Existen tres categorías principales: empresas estatales, empresas autonómicas y empresas locales.
Empresas públicas estatales
Dentro de las organizaciones estatales encontramos dos tipos: las entidades públicas empresariales y las sociedades mercantiles de capital estatal.
En cuanto a las primeras, las entidades públicas empresariales son organismos públicos, adscritos a un Ministerio o a un organismo autónomo, que se encargan de la realización de actividades prestacionales, de gestión de servicios públicos o de producción de bienes susceptibles de contraprestación económica. Deben crearse mediante una ley y son auténticos entes con personalidad jurídico-pública.
En cambio, las sociedades mercantiles de capital estatal son aquellas en cuyo capital sea mayoritaria la participación directa o indirecta de la Administración del Estado, es decir, por sí misma o a través de algún ente u organismo dependiente, ostentando una participación superior al 50%.
Empresas públicas autonómicas
Las comunidades autónomas disponen de sus propias leyes para la gestión y creación de empresas públicas para la realización de actividades comerciales o de prestación de servicios en régimen de mercado, actuando bajo el régimen de libre competencia.
Empresas públicas locales
En el ámbito local, su denominación es entidad pública empresarial local. En ellas se dan las fórmulas organizativas de la Administración estatal, pero con ciertas especialidades. Así pues, las empresas públicas locales son creadas por el pleno del Ayuntamiento y por sus propios Estatutos. Además, la adscripción de éstas se produce con respecto a una Concejalía u organismo autónomo local.
¿Qué es el contexto en la comunicación?
El contexto en la comunicación es el conjunto de condiciones con las que se produce la transmisión del mensaje. Se trata del entorno o de la situación que rodea y que por tanto influye en la acción comunicativa. Un contexto en la comunicación puede ser uno laboral, político o escolar.
Características del contexto en la comunicación
En el contexto de la comunicación hay varios factores físicos y no físicos que dan sentido comunicativo a la situación. Estos factores son: la geografía, el grupo social, el idioma, la historia, el código de los interlocutores, los ruidos… Todos ellos recaen sobre la transmisión de los mensajes.
Es importante que para que se de una buena comunicación, nos adaptemos a las situaciones y comprendamos el contextos en el que se desarrolla la transmisión del mensaje.
Ejemplos de contextos en la comunicación
Existen muchos ejemplos, a continuación te mostramos algunos de ellos.
- La escuela. En este contexto interactúan elementos físicos como el aula, las mesas, los alumnos y el profesor. Por otro lado también hay elementos no físicos como por ejemplos las normas. En la escuela existe un código acabemos que establece que los alumnos deben escuchar las explicaciones de los profesores y esto se debe hacer bajo un clima de respeto en le que se priorice el aprendizaje.
- El aeropuerto. Los elementos físicos que intervienen son las infraestructuras, los aviones… y los elementos no físicos son la variedad de idiomas y las normas para los viajeros. Es un espacio transitado por personas con diferentes nacionalidades y culturas y por eso se manejan determinados códigos de seguridad y de convivencia para que todos los pasajeros se respeten entre sí.
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